Todas las parejas atraviesan momentos difíciles. A veces se trata de una mala racha (estrés, falta de tiempo, problemas externos…), pero otras veces puede ser el inicio del final de la relación.
La gran pregunta es: ¿cómo saber cuándo luchar y cuándo dejar ir?
Señales de alarma que indican desgaste
No hablamos de una discusión puntual ni de diferencias de gustos, sino de patrones que se repiten en el tiempo:
-La comunicación se ha vuelto mínima o siempre acaba en discusiones.
-Falta de intimidad emocional o sexual.
-Te sientes más sol@ dentro de la relación que fuera de ella.
-Se pierde el respeto: críticas constantes, sarcasmo hiriente o indiferencia.
-No hay proyectos en común (cada uno va por su lado).
-La idea de separarte te da más alivio que miedo.
Si varias de estas señales están presentes de forma continua, es momento de parar y reflexionar.
Cómo diferenciar entre una mala racha y una ruptura
Mala racha:
Hay problemas, pero también existe disposición para hablarlos, buscar soluciones y cuidarse. Aunque cueste, los dos miembros de la pareja quieren mejorar.
Ruptura:
Uno o ambos habéis perdido la motivación. No hay interés en cambiar, ni energía para reconstruir. La relación ya no suma, solo desgasta.
Piensa en esto: ¿cuando imaginas tu futuro, lo ves con tu pareja… o sin ella?
¿Qué hacer si uno quiere seguir y el otro no?
Este es uno de los escenarios más dolorosos: cuando uno quiere luchar y el otro ya no.
En ese caso:
-Respeta lo que la otra persona siente, aunque duela.
-Evita caer en la trampa de insistir o suplicar: el amor no puede forzarse.
-Pregúntate qué necesitas tú y si estás dispuest@ a aceptar una relación donde solo uno empuja.
La pareja no se sostiene con una sola mano.
Cuándo acudir a terapia de pareja
La terapia no es “el último recurso antes del divorcio”. De hecho, cuanto antes se busque ayuda, más posibilidades hay de reconstruir.
Sirve para:
-Mejorar la comunicación.
-Aprender a gestionar discusiones.
-Reconectar emocional y sexualmente.
-Tomar decisiones claras (seguir o separarse) desde el respeto.
A veces la terapia ayuda a salvar la relación, y otras a separarse de la forma más sana posible. En ambos casos, aporta claridad.
No hay pareja perfecta ni relación sin tropiezos. Pero si el desgaste se vuelve la norma y el cuidado desaparece, toca plantearse si esa historia aún tiene sentido.
Si estás en este limbo, recuerda: pedir ayuda no es un fracaso, es una forma de cuidarte y de dar a la relación (o a ti mismo/a) una oportunidad real de avanzar.
